Han pasado dos meses desde que arrancó el primer ensayo de futbol femenil en México: la Copa MX Femenil, donde Pachuca se coronó como el primer campeón al golear 9-1 a Xolas de Tijuana.

Desde ese momento, los clubes se dieron cuenta del nivel de competencia al que se iban a enfrentar en el próximo torneo y comenzó la preparación para arrancar La Liga; sin embargo, la expectativa no era muy alta, pues como se mostró en la Copa, muchos clubes sólo convocaron a su equipo femenil para cumplir la solicitud de la Federación y, además, a la fecha resulta un proyecto temeroso para los clubes y medios de comunicación, pues no les parece rentable.

A pesar de las dudas, continuaron los entrenamientos, pruebas y convocatorias con las que se conformaron los equipos que aún no tenían plantilla femenil, se reforzaron otros clubes y finalmente llegaron los movimientos de jugadoras entre equipos.

El equipo más cotizado fue Club América, quien se daba el lujo de convocar a jugadoras para un amistoso y no las alineaba en el siguiente encuentro, por poner un ejemplo, asimismo, trabajó con varias jugadoras en el proceso para la Copa, sin embargo, no estuvieron presentes ni en la banca. Un día aparecían en entrenamiento y al siguiente ya no se les veía por Coapa. Las jugadoras estaban a la expectativa.

Esta situación provocó que comenzaran los movimientos; las jugadoras fueron en busca de un club que les diera la oportunidad. Desde hace muchos años, una gran cantidad de futbolistas se han estado preparado para poder desarrollarse en este medio, esperando con muchas ansias este momento y ahora que llega la Liga, no pueden dejar pasar ningún intento para lograr ser parte de alguno de los clubes profesionales en México.

Otro factor importante para ver jugadoras y quererlas en sus clubes fueron los partidos amistosos que realizaban algunos equipos,  recordándole a los demás que la Liga no sería ni un ensayo ni prueba más; y así comenzaba a tomarse con seriedad el hecho de tener a las mejores jugadoras en cada plantilla para lograr un equipo competitivo que pudiera jugar al tú por tú.

Lo que no nos esperábamos fue la respuesta de la gente tras los movimientos, pues en lugar de apoyar la necesidad de cada jugadora en el aspecto económico, la distancia con sus familiares y/o la manera de acoplarse con el cuerpo técnico, las criticaron por “traicionar” a su club. Quizá no sepan las condiciones en las que muchas comenzaron a entrenar, los comentarios que han recibido o la manera en la que las dejaron fuera de algún club.

No conforme con que hasta este momento existe una Liga Femenil en México, ahora quieren limitarlas a no tener la libertad de elegir el club que les dé un mejor crecimiento profesional. Además, esta rotación es un punto a favor del nivel competitivo, pues si un club tiene a una jugadora estrella, deberán de cuidarla y valorarla para que otro equipo no llegue con una mejor propuesta.

Esto significa pagarles una cuota que merezcan, ofrecerles entrenamientos de calidad, preparación física y psicológica, así como un verdadero desarrollo deportivo.

Finalmente, esta profesionalización del futbol femenil para las jugadoras significa dedicarse de lleno a la Liga. Muchas están dejando familia, universidad o preparatoria, así como muchos proyectos por apostarle a lo que debería de convertirse en su trabajo, del cual, tienen todo el derecho de escoger dónde y con quién crecer y disfrutar.

Por Estefanía Carmona Salazar

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