Por Adrianelly Hernández
La primera edición de la Liga MX Femenil ha tenido muchos aciertos, pero también errores que pudieron ser evitados y así ofrecer un mejor espectáculo y la oportunidad de que los partidos llegaran a más personas, en busca de una mayor proyección.
He visto en varios medios, comentarios de sorpresa acerca de la respuesta que ha habido para la liga femenil, sin embargo, para mí no es novedad, pues el futbol de mujeres en México ha despertado interés desde hace mucho, es cierto, este mundo era compacto, pero puedo decir que al mismo tiempo muy fiel, por lo que aquellos que desde tiempo atrás admiraban a futbolistas como Nayeli Rangel, Cecilia Santiago, Carolina Jaramillo, Dayana Cazares, Fabiola Ibarra o Desiree Monsiváis, por mencionar sólo a algunas, iban a seguirlas a donde fuera y con ellos llevar a más aficionados; por lo menos para mí, el éxito era previsible, quien diga lo contrario, poco sabe del antes del futbol femenil en nuestro país.
Con lo anterior voy al siguiente punto: si el éxito sorprendió a muchos, esto hizo que las decisiones tomadas no fueran las adecuadas. Dejando de lado la regla de las mayores que de por sí mermó el espectáculo y la no inclusión de mexicanas nacidas fuera del país, algunos clubes no llevaron por buen camino la difusión y logística de sus escuadras femeniles.
Pachuca puso el ejemplo al jugar desde la primera jornada en su estadio, algo que otras escuadras quisieron igualar, aunque no fue lo mismo. Las Tuzas abrieron el Hidalgo tal como se hace para los duelos varoniles, con vendedores, zona de prensa, conferencias… mientras que otros lo hicieron a medias: sólo algunas zonas abiertas, prensa donde se pudiera, pocos vendedores o en ocasiones ninguno, horarios terribles, es decir, cumplieron a la mitad.
Y qué decir de lo sucedido el sábado en el Azteca. En la explanada principal los revendedores hicieron de las suyas, queriendo acomodar boletos hasta en 400 pesos cuando la entrada general era de 50, lo peor es que cuando había una enorme fila para poder adquirir las entradas, estos señores se metían sin problema a comprar más ¡y eran atendidos por los taquilleros! En esta situación hubo hasta golpes, acción policiaca y discusiones subidas de tono porque la gente quería entrar al Azteca; lamentablemente muchas personas no pudieron ingresar o se perdieron medio tiempo, porque además, al parecer el estadio no abrió sus puertas a tiempo.
Mi apunte es que si al Pachuca contra América de la fase regular acudieron 23 mil personas, ¿cuántos esperaban para el Clásico Nacional? Mala planeación. Asimismo, en este encuentro, a los periodistas nos mandaron detrás de una portería, donde no se aprecia adecuadamente el partido y la toma de material se hace más complicada.
Volviendo a la sorpresa de la buena respuesta, las televisoras se subieron al barco de las transmisiones ya entrado el torneo, lo que es de aplaudirse, pero no cuando hacen de lado el reglamento que era muy claro al decir que las finales debían programarse de viernes a domingo, lo que Fox ignoró y puso los duelos de las Tuzas en lunes, tanto el de semifinales como la final de ida, ésta última, la más reprochable, pues estoy segura que disminuirá el número de asistentes, aun cuando el 20 de noviembre es un día de suspensión oficial.
Finalmente, Chivas se equivocó al vender un sólo boleto para el Clásico Nacional y el Clásico Tapatío, lo que ocasionó que apenas 2 mil personas fueran a ver a las mujeres, por lo que espero que la directiva que encabeza Jorge Vergara recapacite y se dé cuenta que la presencia de la afición es fundamental para las rojiblancas y, además, ojalá que no nada más les regalen unos audífonos, sino que lleguen los bonos para la escuadra chiva que sí tuvo éxito este semestre.