Por Adrianelly Hernández
No es el qué, sino el cómo. La Selección Mexicana volvió a ser goleada por Estados Unidos, y es triste decirlo pero «no importa cuándo leas esto». Desde los años 90, cuando la FIFA se animó a comenzar con los Mundiales Femenil y, por ende, provocó el inicio de las eliminatorias en Concacaf, México ha padecido el tener que enfrentar al equipo de las barras y las estrellas, contra el que sólo en dos ocasiones no ha sido derrotado… pero ¿por qué tras casi tres décadas no podemos acortar distancias con las vecinas del norte?
En aquella década, el futbol femenil mexicano tenía ganas de renacer, luego de 20 años de su Mundial Femenil (1971), sin embargo, el objetivo era difícil, sobre todo porque de las figuras de los setenta, apenas quedaba viva la estrella de Alicia ‘La Pelé’ Vargas, quien incluso compitió en el Premundial de 1991, pero no pudo encabezar una nueva ola del balompié femenil, pues se retiró en 1992. Así empezaron a aparecer nombres como el de Mercedes Rodríguez y Andrea Rodebaugh y entonces nacía la esperanza de que quizá sí, que en unos años se podría competir.
Para las ediciones de los Premundiales de 1994, 1998 y 2002 vinieron más goleadas ante Estados Unidos y derrotas algo cerradas frente a Canadá, pero se continuaba trabajando para avanzar. Primero fue con Gil Monterd en la Selección, luego con Leonardo Cuéllar, y con éste último llegaron las ilusiones, pues las futbolistas mexicanas consiguieron el pase al Mundial de 1999 y medallas en los Panamericanos de ese mismo año y luego en el 2003. Se antojaba que pronto, si bien no se venciera a Estados Unidos, se acortaran distancias… pero no fue así, por lo menos no a corto plazo.
México no pudo calificar a dos Copas del Mundo (Estados Unidos 2003 y China 2007), aunque se quedó a nada en ambas ocasiones, demostrando un futbol competitivo ante Japón en repechaje, el talento de las jugadoras aztecas seguía ilusionando, con Maribel Domínguez, Fátima Leyva, Iris Mora, Mónica Vergara y Evelyn López, por mencionar sólo a algunas. Y la recompensa llegó años después, cuando en el Premundial de 2010, celebrado en Cancún, el Tri Femenil derrotó 2-1 a Estados Unidos con goles de Domínguez y de Verónica Pérez. Por fin había llegado el tan ansiado momento de vencer a esta potencia, que se presentó a la cancha del Beto Ávila con sus mejores armas, con Abby Wambach, Megan Rapinoe, Christie Rampone y Carli Lloyd, y que terminó más que herido, pues le dio en el orgullo al llevarlas a su único repechaje para estar en el Mundial. ¿Y qué pasó después con México y esta generación?
En el plantel del 2010 estaban Nayeli Rangel, Kenti Robles (que terminó con un corte en la ceja por un choque con Wambach), Dinora Garza, Tania Morales y la misma Cecilia Santiago, nombres que hoy nos suenan por la Liga MX Femenil o el futbol español, ¿y?, ¿por qué no podemos repetir esa hazaña?, ¿por qué nos paraliza el miedo?
En mi opinión, esa generación dorada, que comenzó en el 2008 bajo el mando de Andrea Rodebaugh, se ha ido apagando por la falta de una guía dentro y fuera de la cancha. Si bien tenemos una Charlyn Corral, Stephany Mayor, Carolina Jaramillo, Desireé Monsiváis,Lizbeth Ovalle o Rebeca Bernal, no hay un estilo de juego que distinga a nuestro país, sobre todo al enfrentarse a a Estados Unidos. Cuando el director técnico mexicano tiene como rival a las estadounidenses parece que le llega un ataque de terror y envía un planteamiento defensivo que transmite pánico. ¿Por qué no jugarle al desborde con Ovalle y Ocampo, con la creación de Charlyn y el olfato de gol de Johnson? Eso pasó con Roberto Medina la noche de este 4 de octubre: envío a cinco defensas, que sólo chocaron entre sí en por lo menos tres goles, apostó a un pelotazo a sus atacantes (pelotazo cuando las rivales son más altas) que nunca llegó y se comió seis goles.
Y vale decirlo, la derrota estaba en el guion, pero para quienes tenemos años siguiéndole la pista a la Selección y al futbol femenil en general, nos duele la forma, no el perder, sino la canasta llena y el hecho de no meter las manos, de no sacar el orgullo como se hizo aquella noche del 2010 en Cancún. Considero que ese partido fue el tope de la labor de Cuéllar al mando del Tricolor, que después de eso, del punto ante Inglaterra en el Mundial, debía irse, dar paso a quien seguía, que de forma merecida y hasta natural, era Rodebaugh, y al no hacerlo, al saltarnos ese paso y permitir que la Selección se mantuviera en las mismas manos, se anuló cualquier avance alcanzado hasta ese momento, de ahí el que volvamos a estar como en los 90, un equipo que vive en el ayer.
En suma, sufrimos en demasía en los 90, en los años 2000 arribó la esperanza porque el futbol femenil mexicano comenzaba a tomar forma, costó muchas derrotas y lágrimas, pero en el 2010 se hizo realidad que estábamos de vuelta, como en los años setenta cuando sonaron ‘La Pelé’ Vargas, ‘La Peque’ Rubio, Guadalupe Tovar o Martha Coronado, pero luego vino un conformismo por parte del cuerpo técnico, que no aceptó que le estaba llegando la caducidad. El resultado: una goleada de terror como la de este lunes en Carolina del Norte. Entonces, si regresamos al pasado, recompongamos lo que se hizo mal, en aquel entonces no teníamos Liga ni jugadoras en el extranjero, y si ahora eso ha cambiado, por qué no apostarle a nuestras futbolistas, aunque nos siga costando derrotas, es más, aunque cueste el boleto a los Olímpicos o una medalla en Panamericanos, pero que se tenga la certeza de que se llegará a la meta, que Alison González va a anotar el gol del triunfo ante Estados Unidos en el Premundial del 2022, luego de que Ovalle mande un centro preciso por izquierda, en un contragolpe que se orquestó desde la salida de manos de Alejandría Godinez para el medio campo con Nancy Antonio… se vale soñar, ¿no?, porque por lo menos yo ya no quiero que nuestro futbol siga en el ayer.